Nespresso y el origen de las cápsulas de café
Bs 04x20 · 21min. · 21/06/19
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Hace unos meses estuve en la inauguración de la exposición ‘Las palabras que nombran’ del gran Fernando Beltrán, en El Matadero de Madrid. Para los que no lo sepáis, Fernando es “nombrador” y tiene un estudio, que se llama El nombre de las cosas, especializado en identidad verbal y naming (aunque a él no le gusta usar este anglicismo).
En honor a la verdad, tengo que decir que es el mejor creador de nombres de España. En dicha inauguración estuvimos un puñado de amigos y conocidos de Fernando –recuerdo que estaba el diseñador Rafa Celda– y dimos un pequeño paseo por los nombres más relevantes que había creado: OpenCor, Rastreator, Amena, Faunia, La Casa Encendida… ante cada nombre nos parábamos y Fernando nos contaba cómo lo había creado y anécdotas del proyecto. Desgraciadamente no me acuerdo ante qué nombre nos contó una anécdota que tiene mucho que ver con Nespresso. Veréis, Fernando Beltrán nos lo contaba así:
“Un día en una cafetería de Ibiza un señor alto y fuertote se tropezó conmigo y me derramó un café encima de la chaqueta. El hombre de disculpó en un inglés que yo malamente entendía. Estuvo intentando limpiarme la chaqueta, pero no había Dios que arreglase aquello y muy cortésmente se marchó. La cosa es que, no sé por qué, su cara me sonaba de algo. (Y nos preguntó):
– ¿Sabéis cómo se llama ese actor de Hollywood que sale en los anuncios de Nespresso?.
(Y todos respondimos) – ¡George Clooney!
– ¡Eeeeeese, eeeeeese fue el que me tiró el café encima!. Disculpad, es que soy muy malo con los nombres.”
Como os podéis imaginar todos los presentes nos empezamos a tronchar de la risa, sobre todo por su forma de contarlo. Fue una anécdota maravillosa que no hubiera sido tan redonda si no hubiera existido Nespresso pero, ¿cuál es el origen de la marca Nespresso?. Curiosamente todo empezó con otra anécdota, pero no quiero contárosla sin hablar primero de cómo nació el café expreso.
Lo que hoy conocemos como café expreso nació en Italia a principios del siglo XX. Un italiano llamado Luigi Bezzera, estaba harto de la cantidad de tiempo que le llevaba prepararse un café todas las mañanas. Para acelerar ese proceso se le ocurrió añadir vapor a presión a la cafetera. De esta manera, no sólo redujo el tiempo de preparación, sino que también consiguió un café más fuerte y denso.
Desgraciadamente Bezzera no supo comercializar ni publicitar su invento y no tuvo mucho éxito. Sin embargo, un hombre de negocios, también italiano, llamado Desidero Pavoni, en 1905 se hizo con la patente de la máquina de Bezzera e invirtió en marketing para introducir la máquina de expreso en el mercado italiano. Espresso en italiano, significa “rápido” y gracias a la máquina de café expreso, cambió nuestra manera de tomar café.
La vinculación del diseño y la tecnología con Italia es algo que ya vimos en BrandStocker con la marca Lamborghini, y es un patrón que se repite con la evolución de las máquinas de expreso. Tras su invención hubo un afán desmesurado por conseguir el expreso perfecto y el avance más notorio se lo tenemos que atribuir a un señor que se apellidaba Cremonesi, quien en 1938 creó una cafetera de pistón que acabó con el «regustillo» a quemado que dejaba el vapor y el agua hirviendo.
Posteriormente, Achille Gaggia ideó un pistón con muelle que permitía aplicar presión al café sin necesidad de una hervidora. Tuvieron que pasar más de veinte años hasta que la empresa Faema inventase una máquina con una bomba eléctrica en la que el agua pasaba a través del café. Este avance marcó el inicio de las cafeteras de bomba, que son predecesoras de las actuales cafeteras express.
El afán por acortar el tiempo de preparación de un café, había llegado al café instantáneo. Aunque fue inventado y patentado en 1881 por el francés Alphonse Allais y, refinado y mejorado por Nescafé en 1938, el café instantáneo no se comercializó como un producto de consumo masivo hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
En los años 70 el café instantáneo estaba súper consolidado en el mercado internacional y vivía sus mejores momentos. Justo en aquellos años, en 1975 para ser preciso, un ingeniero aeronáutico suizo llamado Eric Favre entró a trabajar en el departamento de envasado de la sede central de Nestlé en Suiza… primera marca de la que hablamos en BrandStocker.
Eric Favre era hijo de un inventor agrícola que, desde muy jovencito, tenía claro lo importante que era inventar algo que se pudiera vender. Sabía que en Nestlé podría aprender todos los procesos previos al lanzamiento de un producto, desde el departamento de I+D, hasta el de ventas, marketing y, por supuesto, producción.
Por aquel entonces Nescafé era el producto estrella de Nestlé y Favre se acababa de casar con una joven italiana llamada Anna-Maria. Anna-Maria bromeaba constantemente con lo mal que preparaban el café los suizos, “que el mejor café se prepara en Italia”, “que esto no es café, es agua sucia”… cansado del pitorreo de su santa esposa, Favre se empeñó en demostrarle que podía hacer el mejor de los expresos.
Ante tal afrenta, el matrimonio viajó al sur en busca del mejor café de Italia. Una de las paradas clave de su viaje fue Roma. Allí visitaron el famoso Caffe Sant’Eustachio, cuyo espresso es citado en las guías como el mejor de la capital italiana y la gente hacía colas para probar la especialidad del barista de la cafetería, un tal Eugenio.
Aquel expreso estaba a un nivel superior de todos los que habían probado en el resto de Italia. Entonces Favre utilizó a su mujer para estudiar los pormenores de la elaboración de la bebida italiana por excelencia y descubrió que una de las claves de la calidad de aquel café estaba en que el señor Eugenio «bombeaba» el agua caliente por intervalos y no de forma continua, lo que oxigenaba al café.
Para empezar Eugenio seguía utilizando las viejas cafeteras clásicas de cuatro pistones y para preparar el café, no bajaba el pistón una vez, como todo el mundo, sino tres o cuatro veces. Favre comprendió que el aroma y el sabor de aquel expreso era una mezcla de aire, agua y los aceites propios del café… de hecho Favre declaró “Yo no he inventado una cápsula de café, sino algo mucho más poderoso: una fórmula”. Algo muy sencillo pero que a nadie se le había ocurrido antes.
Así nació la idea de crear una máquina que oxigenase al máximo el agua, haciendo pasar el aire a través de una cápsula individual. En primer lugar, Favre se puso a diseñar una “célula de extracción que concentrara todos los sabores”. En un principio la creó con forma de media esfera, cuya base tenía incorporado un filtro y una membrana. Aquella solución no le daba los resultados deseados y volvió a diseñar la cápsula con forma de sombrero, de bombín y finalmente llegó a la forma que todos conocemos hoy en día.
Favre presentó el prototipo de su máquina en Nestlé, pero a la multinacional no les gustó mucho la idea. Al fin y al cabo estaban haciendo una apuesta muy fuerte por el café instantáneo y esto suponía lanzar un producto que podía lapidar esos ingresos. Así que esperaron unos años. En 1986 Nestlé lanzó la marca Nespresso y Eric Favre estaba al frente de aquel negocio como de director general. Pero el producto no tuvo los resultados obtenidos.
El matrimonió Favre-Nestlé fue muy tortuoso y finalmente el inventor abandonó Nestlé en 1991 para crear su propia empresa: Monodor. Sin las ataduras de una gran corporación, Favre mejoró la cápsula inicial, diseñó una nueva cápsula, suprimió el filtro, y sobre todo, selló su compromiso con el medio ambiente suprimiendo el aluminio que tenían y tienen las cápsulas de Nespresso. Esto convirtió a Monodor en una empresa especializada en soluciones para el envasado de terceros, es decir, una especie de Tetra Pack.
En el año 2000 llego el éxito de Nespresso. Nestlé desarrolló una nueva máquina y lanzó una campaña de publicidad a nivel mundial, promocionando más de 50 puntos de ventas. Cuando hablamos de la marca Lacoste vimos un caso similar… sólo se podía comprar una máquina Nespresso y sus cápsulas en las boutiques del café de la firma. Algo que vestía al producto con un halo de exclusividad y sobre todo representaba el nacimiento de una categoría nueva. Pero como dice la canción de Luis Fonsi, “Nada es para siempre”. En el año 2011, Nespresso vio cómo caducaba la patente de sus cápsulas y, tras una batalla judicial que aún no ha acabado, otras compañías empezaron a comercializar sus propias cápsulas de café para las cafeteras Nespresso. Esto ha mermado mucho la cuota de mercado de la compañía, que es una de las áreas más boyantes de Nestlé.
Por su lado, Eric Favre se retiró del terreno de juego en el año 2015 y desde entonces se dedica, en exclusiva, a la explotación y defensa de sus patentes. Además, según cuenta, ha recibido varias veces la visita del presidente de Nespresso para conocer de primera mano esta historia que os acabo de contar.
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